Eso no te queda bien


Hace años, yo tenía una vecina que vestía de manera muy estrafalaria. Digamos que su estilo era un atentado contra todos los principios teóricos del arte del buen vestir. Pero oye, iba genial la tía. Yo habría ido hecha un adefesio si le hubiera copiado el atuendo, pero a ella le quedaba de maravilla. 

A veces vemos a alguien que parece que ha elegido la ropa del día con los ojos cerrados, pero no se sabe muy bien por qué, "no va mal". Está guapa, o es tan graciosa y tan maja que apenas te das cuenta de que se ha saltado todas las reglas de la proporción. O quizá eso en concreto no le queda bien, pero a ella le importa tres pimientos, porque se le ve feliz, y la verdad es que lo luce. Olé por ella. ¿Quién soy yo para "sacarla de su error"? 


Miuccia Prada pasa de todo. Y ahí está, haciéndose rica en el mundo de la moda.

Y nosotras mismas. Muchas veces ocurre que tenemos por ahí alguna camisa, vestido o lo que sea, que no nos acaba de sentar bien pero que nos encanta. Y claro, nos lo ponemos. Y buscamos todas las formas posibles de amortizar esa compra, bien usando un fular con un color que nos favorezca y que nos quede más cerca de la cara, bien buscando formas de ponerle un cinturón que nos ciña, o bien usando complementos que sean más "de nuestro estilo". 

Y mi reflexión ante todos estos flagrantes delitos estilísticos es: "¿Y QUÉ?" 

Vamos a ver, ¿qué importancia tiene? El estilo, a mi modo de ver, es una adecuada combinación de armonía en el vestir y personalidad. Los porcentajes de una y otra varían en cada persona. Hay quien viste de manera muy armoniosa (no armónica, como todo el mundo se empeña en decir) y sigue saliendo a la calle con dudas, y hay quien se pone unas combinaciones disparatadas y suple esa falta de armonía con una personalidad arrolladora. 


Seguro que Helena Bonham Carter es majísima.

La seguridad en una misma es básica para defender nuestro estilo, y a veces esa seguridad la podemos sentir más claramente con prendas que supuestamente no nos quedan bien, que con un traje de chaqueta de impecable factura. 

La moda debería ser divertida. Lo que llevamos puesto debería hacernos sentir mejor, no convertirse en un acertijo complicadísimo que nos bloquee cada mañana frente al armario por miedo a elegir mal. 

Por supuesto, es muy conveniente conocer la teoría, ya que siempre jugará a nuestro favor, pero es decisión de cada cual prestarle más atención o no. 


Tenía que poner a Miranda Kerr. Es que es taaan divina...

En realidad, nunca paramos de aprender. Vamos depurando nuestro estilo a medida que maduramos. Todas nos lamentamos de no haber sabido cuando éramos más jóvenes todo lo que sabemos ahora. Pero es que quizá ésa es parte de la gracia. 

Las sensaciones que nos provoca el pasar todo un día vestidas de una determinada manera se van grabando en nuestro subconsciente y, poco a poco, vamos aprendiendo a elegir lo que nos hace sentir bien. Quizá no es lo que mejor nos queda, quizá sí. Pero sí es lo que nos hace sentir mejor. 

Se convierte en algo instintivo. 

Paradójicamente, hay días en que nos vemos fatal con una prenda o estilo en concreto y, de pronto, otros días nos encanta. No hay reglas fijas. O sí, pero ya se dice que las reglas están ahí para romperlas. 

De hecho, la moda vive de ello. Muchas juramos no volver a llevar hombreras nunca más y, ahora, casi, casi, nos dan ganas de romper esa promesa (yo aún no he picado, de todos modos). Los gustos cambian, los estilos evolucionan y nos aburrimos de una forma de vestir... Sería una pena encasillarse en uno en concreto y no atrevernos a probar otras cosas por miedo a que no sean lo nuestro y "nos queden mal". ¿Quién sabe? A lo mejor las sensaciones que nos transmite nos compensan más que el ir bien vestidas a los ojos de los demás. 

En fin, una pequeña reflexión de final de semana. ;) 

Debería haber titulado esta entrada con "La moda a debate", porque estoy segura de que es un tema que se presta a ello. ¿Vosotras qué opináis?





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