La elegancia se demuestra andando...

Sí, sí, pero sobre todo, ¡con calzado plano! Al menos así lo he observado yo. Me explico:

Yo soy la primera que me quedo embelesada mirando fotos de street style, de editoriales de moda en las revistas y de catálogos de ropa, y caigo rendida ante la visión de un buen look en cualquiera de las webs que miro a diario. Pero la verdad es que cuando voy por la calle, la cosa cambia. O simplemente cuando tengo la oportunidad de ver cualquiera de esos "estilismos" en movimiento.

Que sí, que los taconazos de infarto son una preciosidad, y que todas suspiramos en los escaparates de la zapatería cuando vemos unos zapatos bonitos que nos eleven a las alturas. ¿Pero qué pasa cuando los calzamos y echamos a andar? Pues que hay quien mantiene el glamour sin problemas, y hay quien lo pierde por completo.

Aprovecho para añadir en mi defensa que a mí no se me da mal andar con tacones, así es que esta entrada no se debe a que les tenga una manía especial, ni mucho menos. Pero también tengo que reconocer que yo nunca paso de los 8 centímetros, que ya me parecen más que suficientes. Que no sé por qué motivo se supone que la búsqueda de la elegancia pasa inevitablemente por subirse a unos zancos de 12 centímetros.

Pues bien: debo decir que en mi modesta opinión, la que piense eso está muy equivocada. Hay gente que rezuma elegancia por todos sus poros incluso andando descalza. Y hay quien, por muchos centímetros que sume a su estatura, seguirá careciendo de ella. Y luego está la inmensa mayoría, que va mucho más elegante calzando algo que pueda controlar. Porque ¿para qué sirven unos alucinantes zapatos de un palmo de tacón si luego no vamos a saber andar con ellos? y no quiero ni pensar cómo se moverían las modelos y demás protagonistas de nuestros estilismos favoritos si las sacaran de la foto y tuviéramos la oportunidad de verlas andar con esos armatostes que nos enseñan a veces.

Pero el propósito de esta entrada en realidad no es escribir en contra de los tacones, que me encantan. Mi verdadera intención es contaros lo que yo creo que es "la prueba del algodón" de la elegancia y el estilo: el calzado plano.


No falla: está claro que es muchísimo más difícil ser estilosa sin tacones que con ellos. Es indudable que con unos zapatos de tacón (sin llegar al andamio) mejora cualquier conjunto, y que son, por decirlo de alguna manera, la solución fácil y rápida para añadir estilo a nuestra imagen. Pero me he dado cuenta de que, en mi caso, cuando de verdad alguien me deja boquiabierta por su estilo, es cuando consigue demostrar su elegancia con unas sencillas bailarinas o unas botas planas.

¿No os pasa lo mismo a vosotras? Ahí es cuando realmente siento envidia sana. No cuando veo un look estupendo con unas preciosas sandalias de tacón, por ejemplo, porque creo que eso está al alcance de casi todo el mundo, sino cuando veo a alguien transmitiendo seguridad en sí misma sin la ayuda de un zapato impresionante. Porque además, a la buena elección del vestuario y a la elegancia innata de la "modelo", se une la sensación de comodidad que proyecta, que tiene la virtud de multiplicar el elemento chic del resultado final.

Y a eso aspiro yo: a aprender a elegir tan bien mi ropa y mi calzado que sea capaz de sentirme segura en mi piel y atractiva llevando un calzado realmente cómodo y simple. Porque si consigo eso, lo de ir fantástica con los tacones, estará chupado. :)


Ése es mi reto, pero confieso que, exceptuando las sandalias de dedo típicas del verano, no he conseguido bajar más de los 4 centímetros sin perder mi seguridad. Eso sí, con esa altura siento que me como el mundo ;) Y voy taaaaan cómoda...! (Y no, no llevo zapatos de abuela, sino zapatos monísimos).

¿No os parece que todas estas chicas son un ejemplo de estilo digno de ser copiado?


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