El arca de Noé

Después de este período de desintoxicación que nos hemos impuesto, no nos queda otra que ponernos manos a la obra con nuestro armario. Dejando claro que nuestro cambio de mentalidad no tiene por qué suponer una ruptura total con las compras (al menos en mi caso no va a ser así), sí que es verdad que a algunas nos hacía falta prestar más atención a lo que ya tenemos, y a eso vamos a dedicar la entrada de hoy. Que por cierto, aviso que es larga. Iba a cortarla en dos, pero creo que es mejor que acabemos con este tema de un tirón, para poder entrar pronto en materia. Así que vamos allá:

El primer paso para tener un vestuario ponible y al que realmente seamos capaces de sacarle partido, por supuesto, es un armario bien ordenado. Ya hemos tratado este tema otras veces, pero me temo que no queda más remedio que volver a él, porque no hay otra: Si no tenemos todo bien ordenado y a la vista, nos vamos a volver a perder en la inmensidad de nuestros trapos.


Suele pasar que cuando hacemos cambio de temporada, nos damos cuenta de la cantidad de cosas que no nos hemos puesto porque ni siquiera recordábamos que las teníamos, y dan ganas de tirarse de los pelos. Entonces llegan los remordimientos y las madres mías. Yo he tenido la suerte de que, debido a mi reciente mudanza, he tenido que comprar un armario y he podido anticipar el momento de pasar revista a todo lo que tengo. Y ahora que he conseguido tenerlo todo bien organizadito en un armario de tamaño mediano tirando a pequeño (¡oh, milagro!), he visto las ventajas que el orden puede proporcionar al estilo, y mis conclusiones son éstas:





- Menos es más: esto ya lo hemos oído mil veces, en referencia a la decoración de las casas, a nuestra forma de vestir, y a otras tantas facetas de la vida. Pero es que además, en lo que a armarios se refiere, también es completamente aplicable. Si tenemos miles de cosas ahí metidas, lo más probable es que estén apretujadas, y la consecuencia inevitable es que a la hora de vestirnos no encontremos nada, nos agobiemos con la visión de ese caos, y acabemos tirando de las cuatro cosas de siempre. Así que paradójicamente, si tenemos menos cosas a la vista, pero mejor presentadas, les sacaremos muchísimo más partido. Ya sabéis; que los árboles no nos impidan ver el bosque.

Así que mi propuesta es vaciar el armario. Me explico: Lo que yo hice cuando vi que no me cabría todo en el nuevo armario, fue hacer una criba severa con toda mi ropa. La puse toda encima de la cama y empecé eligiendo las cosas que más me gustan, que mejor me sientan, y de las que no podría prescindir, y las fui añadiendo poco a poco y de manera ordenada. Cuando vi que me quedaba sitio, seguí con el mismo sistema: todo lo que de verdad me parecía bonito y me quedaba bien, lo iba colocando en el armario. Si tenía ocho pantalones, elegía sólo tres pero con los que de verdad me sintiera a gusto.

Además me olvidé directamente de las prendas "intermedias": ésas que no me encantan, me quedan sólo medio bien y me pongo de vez en cuando. En cambio, llené el armario con todo lo que me favorece y me gusta, me lo haya puesto con frecuencia o no. (Ya sabéis, aquí quedan incluídas esas pequeñas joyas que esperamos amortizar algún día). Todo lo demás, en bolsas y a guardar, para irlo revisando cada cierto tiempo y ver si lo doy, lo arreglo o lo reservo para estar en casa.





- El armario debe estar surtido con prendas que cubran todas las posibilidades: hay que tener cosas bien escogidas, pero está claro que hay que tener de todo, y siempre bien a mano, ordenado y a la vista. No sirve de nada tenerlo impecable si luego no nos caben los jerséis, o los vestidos, o no contamos con nada para ir medio arregladas a una cena imprevista. Si tenemos que ir dando vueltas por toda la casa para sacar ropa de tres armarios distintos, ya vamos mal.

¿Pero cómo podemos saber si nuestro armario está completo? En este caso, podría resultar útil recurrir al concepto del fondo de armario, pero como hemos visto otras veces, las prendas que deben componer el famoso fondo de armario son muy discutibles, porque a veces no se adaptan a nuestra vida o a nuestro estilo o bien nos aburrimos de ellas después del primer mes.

Yo creo que deberíamos mejor hablar de otro concepto: El armario perfecto. Ése que reúne todos los elementos para ser variado, versátil, completo y ponible, sin amontonar ropa inútil pero perfectamente equipado para cualquiera que sea nuestro estilo de vida.




Y ese armario perfecto se me ha ocurrido compararlo con el Arca de Noé. ¿Y por qué? Porque en mi opinión, el guardarropa ideal debe contener ni más ni menos que dos prendas de cada categoría, que es la mejor manera de que se multipliquen :). Salvo para el caso de las camisetas, que pueden superar ese número, pero sin abusar.

Si lo pensamos bien, en cualquier armario podemos reunir dos prendas de cada categoría, tanto de verano como de invierno, sin que quede agobiado, desordenado, ni mal equipado. No os podéis imaginar la de posibilidades combinatorias que ofrece ese panorama. Es importante tener junto lo de verano y lo de invierno porque el tiempo es imprevisible y cada vez se confunden más las temporadas, con lo que lo normal es que podamos usarlo casi todo durante todo el año.




Así, deberíamos surtirlo de:

- 2 pantalones estilo vaquero.
- 2 pantalones de vestir (o de estilo distinto al vaquero) de invierno y 2 de verano.
- Igual con las faldas: 2 tipo vaquero y 2 de otro estilo por cada temporada. Aquí según nuestro gusto elegiremos minifaldas, faldas largas, de vuelo o tubo.
- 2 vestidos de diario de invierno.
- 2 vestidos de diario de verano.
- 2 vestidos de fiesta (1 más adaptable a invierno y otro más veraniego).
- 2 tops de fiesta.
- 2 chalecos.
- 2 blusas o blusones.
- 2 camisas básicas.
- 2 jerséis gruesos.
- 2 jerséis finos.
- 2 cárdigans gruesos.
- 2 cárdigans finos.
- 2 camisetas de manga larga, 2 de manga corta, 2 de tirantes. (En esta categoría podrían ser más).
- 2 bermudas o shorts. (O si tenemos sitio, incluso 2 bermudas y 2 shorts).

Y en cuanto a complementos, sin pasarnos, aunque esto ya depende del espacio que les queramos dedicar:

- 2 cinturones de diario.
- 2 cinturones joya.
- 1 bolso de diario, entre mediano y grande para invierno, y otro para verano.
- 1 bolso pequeño con cadena.
- 1 bolso tipo cartera.
- 1 par de botas, a nuestro gusto.
- 1 par de bailarinas o calzado similar, cómodo y sin tacón excesivo.
- 1 par de zapatos peeptoe.
- 1 par de zapatos de tipo salón.
- 1 par de zapato deportivo para tiempo libre.
- 1 par de botines.
- 2 pares de sandalias: unas de tacón y otras cómodas para diario.

Y finalmente, en cuanto a prendas de abrigo (que por supuesto sí pueden estar metidas en un armario diferente):

- 1 abrigo de diario.
- 1 blazer.
- 1 cazadora de piel o del estilo que más nos guste.
- 1 gabardina.
- 1 abrigo de vestir.

Puede parecer una exageración, pero estoy convencida de que todas tenemos ya casi todo esto; y de algunas categorías, bastante más. Lo bueno de esta lista es que, sabiendo que está completa, podemos tenerla siempre como referencia de lo que nos falta o tenemos que renovar, y también de lo que deberíamos dejar de comprar en cantidades industriales, como en mi caso pasa con los vaqueros.

A partir de aquí, para personalizarlo, no tenemos más que elegir bien las dos prendas de cada categoría, según nuestros gustos. Por ejemplo, el vestido de diario puede ser camisero o sin mangas, o más o menos vaporoso, etc. Eso ya depende de cada una.

Desde ahora, en sucesivas entradas, podremos analizar las infinitas posibilidades que nos ofrece un armario como éste.

¿Qué os parece? ¿Se os ocurre alguna otra categoría que se me haya escapado?




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