A raíz de todas las conversaciones que hemos estado teniendo en las últimas entradas, estoy aprendiendo mucho sobre mí misma, y además no puedo parar de darle vueltas a montones de cuestiones relacionadas con todo lo hablado.
De todo lo discutido, he deducido que yo sí tengo claro cuál es mi estilo, pero lo que tengo claro también es que mi estilo tiene dos facetas muy diferenciadas: lo que me pongo y lo que verdaderamente me querría poner. Y de estas dos, no sé exactamente cuál es la más auténtica.
Es decir: Sé cómo visto, sé qué ropa hace que me sienta segura, sé que todo lo que compro tiene más o menos (salvo raras excepciones) ese denominador común del que hablábamos el otro día y del que se desprende la esencia de mi estilo, pero también sé que lo que me pongo no es exactamente lo que me hace lucir más ni lo que más me gusta.
Lo que voy a decir ahora va a sonar más disparatado todavía e incluso vanidoso (pero nada más lejos de la realidad): me he dado cuenta de que tengo buen ojo para saber lo que funciona y lo que no. Pero aunque tengo las herramientas para mostrar un estilo resultón, paradójicamente no lo hago, y me paso la vida moviéndome por el mundo al 50% de mis posibilidades...
Para entendernos: tengo ropa para dar salida a cualquiera de las dos vertientes de mi personalidad "estilística", pero sólo una de ellas sale a la calle, y no siempre es la que más me gusta.
¿POR QUÉ?
Pues ni idea. Quizá sea timidez, quizá sea que nunca encuentro la ocasión propicia o que las que se me presentan no me parece que lo sean, quizá sea simplemente gandulería o lo más probable, que me siento cómoda siendo invisible...o casi.
Quizá ésa sea también la razón de que tenga tantísimos zapatos. Se pueden tener montones y variar de un día para otro sin que el conjunto cambie en exceso, y por tanto, son el elemento perfecto para las que queremos poner un poquito de fantasía en nuestro monótono estilo (hablo por mí) pero no tenemos las agallas de salir a la calle como si fuéramos las protagonistas de un reportaje de moda.
Todo este análisis viene como consecuencia de las reflexiones que hemos compartido en el blog en los últimos días. Pero también se debe a que, como ya comenté el otro día, estoy haciendo mudanza de casa y he tenido que enfrentarme de golpe a todos los misterios de mi armario.
Y se me ha ocurrido que tanta observación podría dar lugar al nacimiento de un nuevo método aplicable a la psicología. Un método revolucionario que podría dar la vuelta a todos los principios del psicoanálisis. :D
Estoy de broma, claro, pero en el fondo, estoy convencida de que lo que voy a exponer tiene cierto fundamento.
Me explico: Por culpa de la mudanza, estoy en una fase de escrutinio y análisis a fondo de mi armario y he podido formular un claro diagnóstico de mi situación. Me he dado cuenta de que alguien que observara mi armario y no me conociera, tendría difícil hacerse una idea de cómo soy yo en realidad y qué tipo de vida llevo.
¿Y esto por qué?
Pues porque allí dentro acumulo ropa que me pongo muchísimo, (y no necesariamente la más bonita ni la que mejor me queda), ropa de un estilo distinto que compré con mucha ilusión pero para la que nunca encuentro ocasión de lucirla, y ropa diferente a las anteriores y que aún conserva las etiquetas porque hasta el último momento no sé si la voy a devolver. Aparte de todo esto, tengo ropa heredada de mi madre y mi abuela (¡y hasta de mi padre!), que guardo como si fueran joyas, y ropa de fiesta para fiestas que no he tenido.
Y bueno, creo que toda esta mezcla no tiene ningún sentido. O mejor dicho, como dirían los psicólogos, seguro que tiene "una razón subyacente", aparte de las meramente estilísticas.
Y he ahí el motivo de que piense que la "observación de armarios" puede ser un método revolucionario para el análisis de la personalidad. :)
Así, aparte de saber si alguien tiene una casa demasiado pequeña o si el orden y la limpieza se encuentran entre sus prioridades, se podría determinar qué tipo de persona tenemos delante con sólo mirarla a ella y rebuscar en su ropero. Si ambas imágenes cuadran sin incongruencias de ningún tipo, puede ser porque esa persona está realmente conforme con lo que es y ha terminado su búsqueda, o porque se ha fijado una imagen en su cabeza y la sigue a rajatabla, o incluso porque es monótona a más no poder y no tiene ni pizca de imaginación ni sueña con variar de personaje en ningún momento de su vida.
No es sencillo, pero no me negaréis que el método tiene su miga, ¿eh? (Por lo menos es una excusa estupenda para cotillear los armarios ajenos).
En mi caso, parece que comprara ropa para dos personas: la que soy y la que quisiera ser. O quizá compro la ropa para la persona que soy (la imaginativa) pero acabo recurriendo a una especie de uniforme más socorrido y sin complicaciones para posponer el momento de sacar a la luz mi verdadero yo. Quién sabe...
Lo que está claro es que los rasgos de nuestra personalidad se reflejan en todo lo que hacemos, y que la ropa es una forma muy directa de observar nuestro mundo interior, pero más la que guardamos en el armario que la que llevamos a diario. Porque los motivos que nos llevan a comprar unas prendas y no otras, y aún más, a usar sólo una parte determinada de las que compramos, no son ninguna tontería, y son bastante más profundos que los simplemente estéticos. Y una vez desvelados, debería ser fácil reconducir a una persona por el camino por el que realmente quiere ir.
Eso me hace concluir que el perfecto estilista de moda no sería el que te transformara en una persona más estilosa y vestida según las últimas tendencias, sino el que fuera capaz de escuchar la voz interior de cada persona y la personalidad que lucha por salir, y le mostrara la manera de hacerla "salir del armario" :D ...Estilísticamente hablando, claro está.
De momento, yo creo que he dado con la clave de por qué he creado este blog: Para dar rienda suelta a mi imaginación con la esperanza de que alguna se sienta inspirada y salga a la calle luciendo ese estilo que a mí me gustaría lucir (algo así como lo que le pasa a Armani - salvando las distancias -, que siempre va con camiseta y pantalón negro aunque no pare de crear moda para otros)...O quizá para darme el gusto de filosofar sobre mis quebraderos de cabeza sabiendo que tengo un pequeño público que me aguanta, y al que espero no ahuyentar con tanta reflexión profunda. ;)
Madre mía, qué malo es el otoño y toda la nostalgia que lo acompaña...
Y vosotras, ¿qué me contáis? ¿Creéis que vuestro armario encierra alguna incongruencia?
Comentarios
Me gustan muchas cosas: más de arreglar, más "zorrón" (ya me entendéis), más sport, más desenfadado... Y me lo pongo todo, un día un estilo, otro día otro distinto... (lo bueno de mi trabajo es que puedo vestir como me dé la gana)...
Y pasa lo mismo con los zapatos: sport, planos, altas, botas planas, botas altas...de todo y de varios colores...
De locos, creo...
:)
Como siempre me siento muy identificada con lo que dices, sólo que yo no estoy segura de tener estilo. Tengo, creo, buen gusto, pero no mucho más.
Pues yo me identifico también porque soy una persona que según me levanto cojo el primer pantalon y sudadera que pille o me curro el estilismo concienzudamente la noche de antes (como ayer, que por fin rompí una camiseta -que no me gustaba- para darle un toque diferente)...
A mi personalmente me ha costado mucho encontrar mi estilo, pero creo que por fin lo he encontrado, ahora mi principal problema consiste en comprarme más ropa que necesito, pero en tiempos de crisis no tengo ni un duro... jaja.
Y creo que el problema que tienes (y que yo ya estoy superando jajaj), Tasha, pasa por autoconvencerte de que tienes que arriesgar, pues el que no arriesga, no gana ;). Obviamente tus estilismos no gustarán a todo el mundo, pero para gustos están los colores, creo que te sentirás muy bien cuando una sola persona te diga: 'vas TOTAL!!'. O eso me pasa a mí ultimamente, pues intento arriesgar ;).
Bssss
Besos.
Creo que inconscientemente me amoldo a lo que la gente espera de mí, y además, me da mucho palo llamar la atención.
Esto tampoco es siempre, eh? también tengo mis días arriesgados! :) Ya hablaré de ellos, ya...
María, ya sabía yo que tú me ibas a entender. Es a esa dualidad a lo que me refiero. A una parte de mí la tengo en un segundo plano simplemente porque la otra, la cómoda y previsible, se la ha ido comiendo, aunque en mi mente me guste fantasear con combinaciones sorprendentes y resultonas.
Puede que me haya quedado algo pretencioso lo de "sé que tengo estilo". Pero me refiero a que comparo lo que tengo en mente (y comprobado) con lo que triunfa por ahí, y sinceramente, creo que tengo buen ojo. Seguramente es el resultado de tanta observación (y no tanta acción) ;)
Inn, tienes toda la razón. Es tan simple como eso: un día dices "aquí estoy yo" y te lanzas a ponerte todo lo que quieres. En realidad lo que a mí me preocupa no es no gustar a los demás, (eso me da igual si yo estoy segura), sino sorprender. Qué tontería, verdad?. En cambio, si hay una ocasión especial, entonces sí me lanzo a experimentar.
Lo que me fastidia es que no he sido siempre así. Antes me gustaba mucho experimentar y era muy variada, pero de pronto me acomodé y dejé que la inercia me arrastrara, y ahora me cuesta salir del círculo que yo misma me he creado.
Afortunadamente, ahora voy introduciendo cambios poquito a poco, y me he propuesto estrenar de una vez todo lo que tengo. :)
Bella, sí, es así. En realidad lo que me pasa es una mezcla de todas las cosas que hemos hablado estos días. Tampoco es que las cosas sean tan exageradas como las cuento, pero como tengo que enfocar un tema en cada entrada, me sale así (también influye mucho cómo tenga el humor el día que escribo). Es, como dice María, una mezcla de sentimientos que hacen que no siempre sea fiel a lo que quiero.
Me parece interesante reflexionar sobre estas cosas. Son frenos absurdos que se autoimpone una, y una vez identificados, es más fácil pasar de ellos.
No se porque me freno ni porque me pongo excusas para no dejar salir la persona que llevo dentro la verdad es que últimamente sufro bastante por ello pues al no estar a gusto en la piel de uno mismo no puedes estar a gusto con los demás......
Supongo que todo esto son barreras mentales y paranoias que nos imponemos.....
Por mi parte estoy intentando dejar de comprar y sacando muy poquito a poco mi "yo" auténtico pero mucho me temo que aún me queda muchísimo por hacer pues aunque tengo claro el estilo que tengo o con el que me siento identificada no siempre me veo preparada para llevarlo....
Un saludo y decirte que me encanta tú blog (para mi de lo mejorcito que hay) !!!!
Yo estoy loca. O sea, loca. Loca de remate.
Un día un chico me dijo que hasta un saco de patatas me quedaría bien. Lo busqué y cuando llegó el finde lo apañé para colocármelo. Le puse un cinturón brillante. Iba hecha un espantajo, pero el chico flipaba...
Otro día, en una ciudad tan pequeña y en la que nos conocemos todos como la mía, me atreví con las transparecias. Hoy día puede decirse que todo Huelva me ha visto las tetas.
Otra vez me rebelé contra el bolso. Tenía 18 años y era más hippie que qué. Estaba harta de cargar con él, perderlo... Ideé atarme las cosas con alambres y gomas por toda la melena. En aquel entonces fumaba porros, y la grifa también la tenía enganchada en el pelo, dentro del chivato del paquete de chester.
Una vez me enamoré de un sombrero de bruja que vi en una tienda de disfraces. Al menos tres o cuatro veces salí con el sombrero de bruja (sin disfraz) como si se tratara de un gorrito normal.
En otra ocasión salí con una peluca verde larguísima, por supuesto, incluso fui al médico así.
Yo qué sé, yo qué sé... Mi estilo parece que está muy claro. Voy como me da la gana. Como una loca. Que venga un equipo de psicólogos expertos a estudiar mi armario... Salen locos ellos, jeje... Habladme a mí de arriesgar. Ahora, me preguntas por las colecciones existentes de Chanel desde que fabricó el primer sombrero y te las comento todas ¿eh?
Al final, vamos con lo que estamos cómodas, ya sea por timidez o por demencia... el estilo de una se muestra cuando yendo por la calle no se para a pensar en lo que lleva puesto.
Vanna, me parece genial que seas tan decidida. De loca, nada (bueno, un pelín, jajaja). Lo de que la vida es complicada me imagino que lo dices con ironía, pero bueno, aunque esto son tonterías, y somos conscientes de ello, nos pasa, y como poco, es interesante charlar sobre ello.
De verdad que a mí el estudio de los armarios me parece de lo más atrayente...! :P
María, tienes razón en que no es tan grande la brecha que separa una cosa de la otra. Y solucionarlo es tan fácil como salir mañana mismo con lo que se nos antoje. Una vez pasada la sorpresa inicial, (que es lo que a mí me da palo) no volveremos a tener ese freno.
De todos modos, yo estoy convencida de que estas cosas pasan más cuando vives en ciudades pequeñas o tu círculo social es reducido. A mí en sitios que no me conoce nadie, no me pasa, y me siento genial! supongo que estamos pagando las consecuencias de estar siempre en el punto de mira del vecindario...
Aunque siempre hay gente más "echá palante". Yo tenía una vecina que iba siempre súper extravagante, y me encantaba! iba de volverse a mirarla, y aunque no era mi estilo, admiraba su personalidad y su valentía.
Sólo hay que cambiar el chip. Es tan sencillo como eso.
Pero el asunto es digno de estudio, no me digáis que no...! :D
Yo, cuando me he atrevido a hacer cosas como las que he comentado, ha sido por ser muy joven y llamar la atención, porque la gente con la que me relacionaba y mis circunstancias me lo exigían. Vale que al final me sentía bien porque puedo adaptarme hasta cualquier límite (ya os contaré cuando me fui con unos okupas y bla bla bla...)pero la realidad es que NECESITAMOS estar cómodas caminando por la calle. Eso es todo, de verdad.
No mirarse el escote cinco veces por minuto ni escondiendo un bolso tras la silla de un bar porque el arrepentimiento llegó al salir de casa con él... No alargarnos las faldas tirándonos inútilmente del dobladillo, no acortárnoslas haciendo feos dobleces por la cintura porque nos parezcan monacales justo después de salir a la calle...
Al final, no creo, siquiera, que haya que arriesgar, mira tú por dónde.
Que la ropa sea nuestro espejito del alma, de la identidad o de la comodidad que nuestra propia personalidad presenta.
La que arriesgue con unos Vouitton, que sea solo por experimentar; si no se siente cómoda, irá infinitamente más bella con unas Converser. En serio.
Hoy me ha dicho mi chico que a ninguna otra mujer vería con mis calcetines y mi vestido por Huelva... Pues mira, no, no la vería (me conozco esta ciudad) y el caso es que lo traía loco -y admirado- mientras yo era la que más cómoda iba de todas aquellas chicas... a las que no miró. ;)
Pero lo que quería decir en este comentario, Tasha, es que a mí no me ha parecido vanidoso o pretencioso lo de decir que se tiene estilo, yo al menos lo interpreto como esa habilidad o don natural que tienen algunas personas para hacer con gracia lo que otras no consiguen aunque pongan empeño. Envidio a esa gente con "idea" y manos, y ya desde hace un tiempo (unas entradas, para ser más exactos, jeje) creo que tú eres una de ellas. Yo creo que no lo soy, pero sí sé reconocer al que es así, pero me falta esa gracia natural para lucir y hacer con mis manos.
No se trata de que haya que arriesgar y lanzarse a las extravagancias, o a las mezclas difíciles o a lo que sea. Yo cuando decía que había que cambiar el chip y lanzarse me refería dentro de lo que cada una es capaz de hacer. Es decir, lo que nos pasa a algunas de las que comentamos aquí, es que nos sentimos limitadas por nosotras mismas, y eso es un agobio. Todavía que no te vistas de determinada manera porque crees que no es apropiado a tus circunstancias (trabajo, edad, entorno, etc), vale. Pero que pareciéndote apropiado un conjunto o una prenda, y además viéndote favorecida con ello, no te atrevas a ponértelo, eso es lo que no tiene sentido. Y a eso me refiero yo con que hay que arriesgar. A ese nivel. Hay que arriesgarse a que la gente que no está habituada a otra faceta nuestra, la conozca y se sorprenda. Ni más ni menos. Se trata de ser nosotras mismas, y no lo seremos si reprimimos una de nuestras "versiones".
María, muchas gracias! :) Aunque ya te digo, más que tener estilo, quería decir que tengo buen ojo.
Lo de cambiar el chip, creemos que no es fácil, pero lo es. Eso sí, supongo que nos resultará más fácil si decidimos ir poco a poco. Un pequeño cambio cada día hasta que consigamos no tener límites para vestir como realmente nos gusta.
Es que la inercia es muy mala. Como ya he dicho alguna vez, yo me siento encasillada. Y lo gracioso es que me he encasillado yo misma. Me he relajado y he adoptado un estilo que me resulta cómodo hasta que ha llegado un momento en que hasta yo me siento rara saliendo de ese círculo. Cómo no lo van a sentir los demás? Pero le doy demasiada importancia a cosas que no la tienen, y creo que ha llegado el momento de dejar de hacerlo. Es tan fácil como eso. Hay que mentalizarse. No hay más.
Hola, Mara! sí que es buena esta terapia, eh? esto de descubrir que más gente se plantea lo mismo, es genial. Además, me imagino que por la calle nos cruzaremos un montón de gente que tiene los mismos conflictos, lo que ayuda a quitarle importancia a los nuestros.
Si es que somos más parecidos de lo que creemos...! :)
Acabo de aterrizar (como quien dice) y ya tengo material suficiente para reflexionar unos días... jeje...
Estaba deseando llegar a casa y tener ese minuto libre para conectarme con todas vosotras... Después de mil lavadoras, volver al trabajo y visita de rigor a la familia, me faltabais...
Uniendome al tema estilos... yo también creo que he tenido dos, el que me atrevo y el que me gustaría pero no soy capaz de lucir con la suficiente valentía, así que abuso de ese al que me atrevo, el que además tiene que adaptarse a mi ritmo de vida, a mi trabajo, a mi hijo y a la climatologia de la zona donde vivo, que por desgracia es muy adversa, así que aunque me encantaría salir con las sandalias del verano y unas medias tupidas, la lluvia me obliga a llevar botas... Creo que al final, no solo nuestra personalidad es la que nos define nuestro vestuario, sino multitud de pequeños detalles que parecen insignificantes pero que acaban marcando nuestra tendencia hacia un lado u otro, como los que he nombrado anteriormente o por qué no, nuestro mismo fisico... Por lo menos yo cuido mucho que algo que me gusta también se adapte a mi cuerpo, y si se llevan los pitillos pero no me quedan bien, pues tendré que optar por otro tipo de corte, no?...
Besos,
Yaiza
En cuanto al tema de la entrada, es cierto. Son muchos elementos los que hay que tener en cuenta a la hora de vestirse, y yo creo que cualquier cosa que complique el asunto un poco más de la cuenta, ya nos frena, y hace que nos decantemos de nuevo por lo conocido...y aburrido.
Por eso a mí me parece que vamos a tener que encontrar un equilibrio entre lo que pensamos, lo que deseamos, y lo que finalmente hacemos.
Ni se puede ir súper estupenda todos los días, por múltiples motivos (a menos que una viva de su imagen, claro), ni se puede ir siempre a lo cómodo, porque acabaremos matando una parte de nuestra personalidad.
Empiezo a pensar que el sistema ideal es el del colegio, con el uniforme, jajaja. Mira que a mí me daba rabia ir siempre igual, pero luego cogía el fin de semana con muchísimas ganas, y pensaba con antelación e ilusión qué me iba a poner. Y mientras, entre semana, no me calentaba la cabeza. Era muy cómodo, la verdad.
Voy a ver si lo adapto a mi vida actual...! :D